Coger un cheque, firmarlo y poner un número con muchos ceros detrás. Porque no creemos que al próximo dueño del Mercedes W 196 R “Stromlinienrennwagen” le hagan pronunciar el nombre del coche que estará a punto de llevarse a casa. La suerte de quien tiene más de 50 millones de dólares para invertirlos en un coche, imaginamos.
Porque ese es el precio mínimo que debería pagar quien aspire a llevarse a casa este magnífico monoplaza de Fórmula de 1955. El coche saldrá a subasta el próximo 1 de febrero y la conocida casa de subastas RM Sotheby’s anticipa un precio de venta de entre 50 y 70 millones de dólares. Es decir, hablamos de una horquilla entre 47,5 y 66 millones de euros.
La subasta será un evento en sí mismo porque esta vez no habrá más lotes de vehículos o cualquier otra pieza que pueda hacer sombra al mítico fórmula 1 germano. De hecho, tendrá lugar en el propio museo de Mercedes en Stuttgart (solo por eso ya merece una visita) y por ello la casa de subastas ya avisa de que el nuevo propietario tendrá que pagar las aduanas correspondientes para llevarlo a su país.
El coche es, de momento, propiedad del Museo Indianapolis Motor Speedway (IMS) quien lo mantiene desde 1965 cuando fue donado por Mercedes. Sus exhaustivos cuidados y el hecho de ser sólo una de las diez unidades fabricadas forman un cóctel explosivo con sabor a decenas de millones de euros.
Una mirada al pasado
Quien se quede con el monoplaza podrá presumir de que tiene en casa un coche único. No estamos hablando de un sentido metafórico que hace referencia a su extrema rareza. Hablamos de que será el primer y único Mercedes W 196 R Stromlinienrennwagen bajo el manto de las manos privadas.
Se sabe que hay un Mercedes W 196 R que también mantiene un particular pero éste no es de carrocería Stromlinienrennwagen, lo que resulta diferencial para que este Fórmula 1 se sitúe, al menos, en los 50 millones de euros. Explica RM Sotheby’s que se construyeron 14 Mercedes W 196 R para competir en Fórmula 1, de los cuales sobrevivieron una decena. De ellos, solo cuatro eran Stromlinienrennwagen.
¿De qué estamos hablando?
Después de la Segunda Guerra Mundial, Mercedes se vio obligada a trabajar en la reconstrucción de Alemania pero no tardó en apuntar de nuevo a los más ricos. El movimiento fue similar al que hizo Porsche con el lanzamiento de su 911. En un país devastado, ambas empresas apuntaron a las élites para marcar un antes y un después en su historia.
Mercedes presentó el Mercedes 300 SL, un coche que le permitió también volver a las carreras y, con él, recuperar us popularidad entre los más ricos y mejorar sus coches a base de continuas inversiones en el mundo de la competición. Eran los años 50 y la compañía había decidido volver a la Fórmula 1.
El plan se vio truncado por una suspensión de la competición por parte de la FIA en 1952 y 1953. Pero en 1954, las flechas plateadas volvían a tomar la salida en el campeonato de Fórmula 1. Utilizando el chasis del Mercedes W 194 300 SL, nació el Mercedes W 196 R.
En su vuelta a la competición, Mercedes optó por montar un gigantesco ocho cilindros en línea que, en realidad, eran dos tetracilíndricos independientes, dispuestos uno tras otro. En las dos temporadas en las que el monoplaza compitió, pasó de 257 a 290 CV.
El reglamento apenas ponía restricciones y el coche empleó distintas carrocerías en función del Gran Premio al que se enfrentaba. De hecho, contaba con ruedas tapadas en las pruebas más rápidas y ruedas vistas en los circuitos más revirados. De ahí nació el Stromlinienwagen, la versión más aerodinámica de la flecha plateada que afirman en RM Sotheby’s que llegó a alcanzar 186 mph (300 km/h nada más y nada menos) en competición.
Para domesticar semejante bestia no valía cualquiera. Y en Mercedes vieron claro que si querían ganar tenían que atraer a los mejores. Es probable que les suenen los nombres de Juan Manuel Fangio y Sir Stirling Moss, quienes pilotaron el Mercedes W 196 R en 1955. Al año anterior, el piloto argentino ya se había puesto al volante de la flecha plateada por lo que conocía bien lo que tendría entre manos cuando se puso al volante del Mercedes W 196 R 00009/54 (que hace referencia a la novena unidad fabricada y el año de fabricación).
Ambos genios ayudaron a perfeccionar un coche que en dos temporadas sumó 12 apariciones en Fórmula 1, venciendo en nueve de ellas, y apareciendo en otros dos Grandes Premios de exhibición (no repartían puntos) pero en los que también ganaron. La carrocería Stromlinienwagen se hizo famosa por alcanzar velocidades de infarto.
Diez años después de la gesta, en 1965, el presidente de Mercedes donó el coche al circuito estadounidense «en vista de la importancia especial de Indianápolis en la historia de las carreras de automóviles». Desde entonces, la unidad pilotada por estos dos genios ha sido tratada con todo el mimo que cabía esperar.
El 1 de febrero conoceremos cuánto ha pagado por ella el entusiasta que ponga la mayor cantidad de dinero sobre la mesa. Pagando el precio mínimo de 45 millones de dólares, se convertirá automáticamente en el segundo Mercedes más caro de la historia. Por delante de, efectivamente, otro Mercedes W 196 R, pero este sin carrocería Stromlinienwagen.
Fotos | RM Sotheby’s
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La noticia
Stromlinienrennwagen: la palabra mágica que esconde un Mercedes de 1955 que volaba a 300 km/h y hoy cuesta 50 millones de euros
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alberto de la Torre
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