La semana pasada hablábamos de la nueva contienda en la eterna guerra de los navegadores web, un enfrentamiento que, en esta ocasión, tiene en su epicentro la inteligencia artificial. Sí, la integración de la IA en navegadores web es, ahora, la gran contienda entre todas las tecnológicas que quieren convencernos de que, cada vez que accedemos a Internet, lo hagamos a través de su navegador, frente a las propuestas de sus múltiples competidores.
Como ya te contábamos hace unas semanas, en esta ocasión se da una llamativa circunstancia, y es que los «grandes», es decir, los más conocidos y empleados, son los que más despacio están avanzando en este sentido. Así, tenemos una serie de integraciones limitadas en Microsoft Edge (que es el que más destaca dentro de este grupo), seguido de Google Chrome. Y, por su parte, Safari se mantiene en la línea de Apple en lo referido a la IA, mientras que Firefox parece haber decidido no entrar en esta contienda. La gran excepción entre los históricos es, sin duda, Opera, que lleva dando el do de pecho desde el primer día, demostrando (una vez más, como ya lleva haciendo durante toda su historia) que la innovación está en su ADN.
Esto, claro, ha supuesto campo abonado para otras tecnológicas, especialmente para las especializadas en este campo, que están proponiendo grande avances en la integración de la IA en navegadores web, en algunos casos con integraciones mucho más avanzadas, y en otros directamente diseñando navegadores desde cero, para que la inteligencia artificial sea la base de su propuesta. Y aquí, de nuevo, reconocimiento expreso a Opera pues, como veremos más adelante, no ha optado por una u otra posibilidad, sino que ofrece una propuesta en cada sentido.
IA añadida vs integrada de origen
No todos los navegadores que afirman contar con inteligencia artificial ofrecen el mismo nivel de integración. De hecho, buena parte de las propuestas que han surgido en los últimos meses pertenecen a una categoría que podríamos calificar como IA añadida: navegadores convencionales a los que se ha sumado, en algún punto del desarrollo, una capa de inteligencia artificial. Esto puede materializarse en un chatbot flotante, en un botón que ofrece resúmenes de páginas, o en una serie de herramientas que amplían funciones ya conocidas, como la escritura asistida o la mejora de búsquedas. Son funciones útiles, sí, pero que no cambian el modo en el que usamos el navegador: seguimos navegando como siempre, pero con algunas ayudas nuevas a mano.
En cambio, los navegadores con IA integrada de origen —lo que algunos ya llaman navegadores agénticos— parten de un enfoque radicalmente distinto. No se limitan a incorporar funciones sueltas, sino que reconstruyen la lógica misma de la navegación. Ya no se trata solo de visitar páginas o buscar información, sino de expresar intenciones que la IA interpreta y ejecuta por nosotros. Esta integración transforma por completo el paradigma: el navegador no actúa como un visor, sino como un agente que interpreta, decide y opera en nuestro nombre. Es un cambio de fondo, no de forma. Y en este nuevo escenario, lo que está en juego no es solo la eficiencia, sino el papel mismo del usuario en la experiencia web.
Navegadores con IA integrada de origen
En esta categoría entran aquellos navegadores que no solo “añaden” inteligencia artificial como una función más, sino que han sido concebidos desde su base con la IA en el centro de su propuesta. Son herramientas que no se limitan a responder o sugerir, sino que actúan directamente sobre la web en nombre del usuario. Lo que proponen es una lógica de navegación completamente distinta: el usuario expresa una intención, y el navegador se encarga del resto. No se trata de abrir pestañas y buscar información, sino de delegar tareas completas a una IA integrada en la estructura misma del navegador.
Opera Neon
Uno de los ejemplos más ambiciosos es Opera Neon. Esta propuesta de la histórica firma europea Opera está diseñada como un entorno donde la inteligencia artificial actúa en nombre del usuario. En lugar de pestañas, Neon introduce el concepto de Tasks: espacios independientes que representan proyectos o intenciones concretas —como planificar un viaje, investigar un tema o comparar productos—. Dentro de cada Task, la IA interpreta lo que el usuario quiere hacer y ejecuta acciones que antes requerían múltiples pasos. A esto se suman las Cards, bloques de instrucciones reutilizables que permiten automatizar tareas, generar contenido o estructurar información sin necesidad de navegar de forma tradicional. Y todo ello reforzado por una función específica llamada Neon Do, que permite a la IA actuar directamente sobre la estructura de las páginas sin exponer datos sensibles.
Perplexity Comet
Otra propuesta de calado es Comet, el navegador presentado por Perplexity. Su apuesta consiste en eliminar el caos de pestañas y reemplazarlo por un flujo de pensamiento continuo, acompañado por una IA que no solo responde, sino que ejecuta acciones a partir de órdenes en lenguaje natural. Comet permite, por ejemplo, resumir artículos, planificar trayectos, redactar correos a partir del contenido en pantalla o comparar datos sin cambiar de pestaña. Todo se hace desde un panel lateral que actúa como copiloto cognitivo. Su objetivo declarado es entender cómo piensa el usuario, aprender de sus hábitos y adaptar su comportamiento para anticiparse a lo que necesita en cada momento.
ChatGPT Atlas
Finalmente, Atlas representa la entrada oficial de OpenAI en el terreno de los navegadores. Basado en Chromium, este navegador gira en torno a ChatGPT, que actúa como asistente principal en todo momento. Desde la primera pestaña, la experiencia se organiza alrededor de interacciones con la IA: se pueden hacer preguntas, pedir explicaciones sobre contenidos en pantalla, obtener resúmenes, definiciones o contraargumentos con solo seleccionar texto. Además, Atlas incorpora memoria: recuerda los intereses, hábitos y estilo cognitivo del usuario para adaptar sus respuestas y mantener una continuidad entre sesiones. Toda la navegación ocurre en local salvo que el usuario active la IA, y los datos privados no se comparten por defecto.
IA añadida
Aunque los navegadores más innovadores han sido diseñados desde cero con la inteligencia artificial en mente, lo cierto es que buena parte de los usuarios sigue utilizando propuestas más tradicionales, que han optado por integrar funciones de IA de forma progresiva. Este enfoque tiene la ventaja de mantener familiaridad en la experiencia de uso, pero al mismo tiempo suele ofrecer funcionalidades más limitadas que las que permiten los navegadores agénticos. Aun así, algunos de estos navegadores han avanzado de forma muy notable, y en esta sección repasamos los principales.
Google Chrome
Google Chrome, el navegador más usado del mundo, no se caracteriza por ir a la vanguardia en este terreno, al menos en lo que respecta a su distribución pública. Si bien algunas versiones preliminares han permitido ver funciones experimentales como la generación de resúmenes o la edición inteligente de texto dentro del navegador, su integración con Gemini —el modelo de IA de Google— sigue siendo parcial. El enfoque de Chrome está siendo extremadamente cauteloso, posiblemente para no alterar la base de usuarios tradicional ni abrir debates complejos sobre privacidad. Aun así, se espera que la IA gane cada vez más peso en futuras versiones, sobre todo si la competencia sigue marcando el paso.
Microsoft Edge
Microsoft Edge es, con diferencia, el navegador tradicional que más ha apostado por la inteligencia artificial. El equipo de Microsoft ha integrado Copilot como asistente lateral, capaz de responder preguntas, resumir textos, generar contenido y explicar páginas web en tiempo real. Además, funciones como la reescritura de texto o las herramientas de dibujo en PDF muestran cómo la IA se está extendiendo a tareas cotidianas del navegador. Edge también se beneficia de su profunda integración con Windows y con los modelos de OpenAI, lo que le permite ofrecer respuestas más avanzadas que otros navegadores con funciones similares.
Opera One
Opera One representa la otra cara de la histórica Opera, una que apuesta por una interfaz clásica pero potenciada con funciones de IA bien integradas. Su asistente Aria es el eje de esta propuesta: un modelo conversacional integrado directamente en la interfaz que permite interactuar con cualquier contenido de la web, hacer consultas contextuales o generar respuestas basadas en la información que se está visualizando. Opera One mantiene su enfoque en la velocidad y la personalización, lo que convierte su propuesta en una de las más equilibradas entre tradición y modernidad.
Brave Browser
Brave Browser ha ido añadiendo funciones de inteligencia artificial sin alterar su compromiso con la privacidad. El navegador incorpora Leo, un asistente conversacional capaz de resumir páginas, responder preguntas o traducir textos. A diferencia de otros navegadores, Brave pone especial énfasis en el procesamiento local y en limitar el envío de datos a la nube, lo que lo convierte en una opción interesante para quienes quieren beneficiarse de la IA sin ceder demasiada información personal. Eso sí, su propuesta aún es algo más limitada que la de Edge u Opera, aunque evoluciona rápidamente.
Otras opciones
Más allá de los grandes nombres, hay una creciente oleada de navegadores alternativos que están experimentando con nuevas formas de integrar inteligencia artificial. Aunque no todos tienen el respaldo de grandes corporaciones ni una base masiva de usuarios, su enfoque creativo y su ritmo de innovación los convierten en opciones a tener muy en cuenta. Aquí van algunos de los más destacados.
- SigmaOS: Un navegador centrado en la productividad que ha empezado a integrar herramientas de IA para organización de tareas, resúmenes y gestión de ventanas. Su propuesta se basa en un entorno multitarea más eficiente, donde la inteligencia artificial actúa como una ayuda contextual y constante.
- Sidekick: Diseñado especialmente para trabajadores digitales, Sidekick integra funciones de IA para gestionar pestañas, priorizar tareas y optimizar el flujo de trabajo. Su enfoque está más cerca del de un asistente de productividad que del de un navegador convencional, con una clara orientación hacia el trabajo en equipo y la automatización.
- Liner: Este navegador emergente pone el foco en la curación de contenidos y el análisis de información. Con su sistema de IA, permite destacar, guardar y clasificar información útil de forma automática, ideal para quienes investigan o estudian. También ofrece respuestas contextuales y recomendaciones personalizadas.
- Ghostery Private Browser AI Edition: Una edición especial del navegador centrado en la privacidad, ahora potenciado con un asistente de IA capaz de filtrar, bloquear y explicar elementos sospechosos de las páginas web. Combina las funciones de un navegador seguro con las de un asesor inteligente en tiempo real.
- Min Browser con SmartBar: Aunque muy minimalista, Min ha añadido una función de búsqueda y sugerencias potenciada por IA, llamada SmartBar, que interpreta la intención del usuario y sugiere acciones, resultados o resúmenes directamente desde la barra de navegación. Es una propuesta modesta, pero efectiva.
La integración de inteligencia artificial en los navegadores web no es solo una moda pasajera: marca un cambio estructural en cómo interactuamos con Internet. Tanto si se trata de asistentes discretos que enriquecen la experiencia clásica como si hablamos de agentes autónomos capaces de actuar por sí solos, estamos ante el inicio de una transformación profunda en la forma en la que navegamos, buscamos y decidimos en la red.
A medida que más navegadores adoptan —o directamente se construyen en torno a— estas tecnologías, la elección del usuario ya no dependerá únicamente del diseño o la velocidad, sino también del grado de inteligencia, personalización y autonomía que ofrezcan. En este nuevo escenario, no se trata solo de qué navegador es más rápido o más bonito, sino de cuál entiende mejor lo que queremos hacer… y lo hace por nosotros.
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