La Unión Europea ha dado uno de los últimos pasos para levantar aranceles permanentes a los coches eléctricos que lleguen desde China. Hay que recordar que, hasta ahora, lo que se aplica son derechos compensatorios temporales que serán ratificados cuando se apruebe la propuesta de la Comisión Europea.
Esas barreras comerciales llegan después de meses de conversaciones entre Estados y que, de momento, siguen abiertas con China. En ese enfrentamiento, Francia ha tomado la bandera del proteccionismo y de la apuesta por la producción local de los futuros coches eléctricos.
Alemania, sin embargo, ha terminado por pasarse al bando contrario. El país germano ya dudaba si seguir apoyando esta medida pero en los últimos días se habían intensificado las presiones de sus fabricantes para que estas barreras comerciales no siguieran adelante. Esto, sumado a la enorme dependencia económica de Alemania en otras industrias, empujó al gobierno alemán a decir «no» en la última votación en el Parlamento Europeo.
En ese grupo, Alemania se encontró con Hungría, Malta, Eslovenia y Eslovaquia. El grupo más numeroso fue el de la abstención, donde España se sumó a Portugal, República Checa o Grecia. Este último país podía ser clave en la votación si sólo unos pocos Estados terminaban votando a favor de los aranceles pero no fue así porque Francia también se encontró con el apoyo de Italia, Polonia, Países Bajos o Irlanda, entre otros.
Parar ya los aranceles a los coches eléctricos chinos parece una cuestión casi imposible. Para detenerlos, tanto en la votación de la semana pasada o de la propuesta de la Comisión Europea, es necesario que al menos 15 países que representen el 65% de la población Europea den su negativa. Unas cifras que sin el respaldo de países como Francia, Italia o España, de gran población, parecen difíciles de alcanzar.
Todo esto tiene sus repercusiones directas sobre los fabricantes europeos. En estos momentos, los coches eléctricos de menor precio o que tienen un coste menor que el de la competencia llegan desde China. Le sucede al Dacia Spring, que ya tiene planes para venir a Europa. También al Tesla Model 3, importado desde Shanghai y que también está afectado por los aranceles, aunque en menor medida que rivales chinos. Igual pasa con el Volvo EX30, otro de los coches eléctricos más vendidos en Europa.
Y, por supuesto, le pasa a los fabricantes alemanes. Volkswagen es, con diferencia, la firma más afectada porque apuntan a un público menos adinerado que Audi o BMW. En su hoja de ruta tenían la producción de un coche eléctrico de 25.000 euros que les diera un impulso a unas ventas que, con el paso del tiempo, se han estancado. El coche eléctrico de 20.000 euros debería llegar un poco más adelante.
Ahora tiene varios problemas. No llevará el logo de Volkswagen y no podrá producirlo en Alemania.
El coche eléctrico barato es complicadísimo si es europeo
Lo que debía ser la llave para la popularización del coche eléctrico está siendo un verdadero dolor de cabeza para Volkswagen.
Volkswagen lleva años hablando de un coche eléctrico de 20.000 euros. De esta manera, ha puesto un suelo a los lanzamientos que están por venir y ha ejemplificado el aumento de precios que hemos vivido en el mercado del automóvil.
Pero, del mismo modo que llevan años hablando de ellos, también se han ido sucediendo las informaciones en las que se descartaban los planes o ejemplificaban lo complicado del asunto.
En 2022, por ejemplo, la compañía ya apuntaba a que este vehículo no lo veríamos fabricado en las fechas esperadas. «Si observas los aumentos de precios, puedes pasar rápidamente de los deseables 20.000 euros a 25.000 euros«, explicaba Thomas Schäfer, responsable de Volkswagen por aquel entonces tras la salida de Herbert Diess, al medio alemán electrified.
El paso del tiempo ha ido confirmando que la transición al coche eléctrico está poniendo las cosas realmente complicadas al grupo automovilístico alemán, hasta el punto de que se ha puesto en marcha un plan de ahorro de 10.000 millones de euros. Entonces ya se empezaba a hablar de unos despidos que, poco a poco, van tomado forma.
Para tratar de abaratar los coches eléctricos y hacerlos competitivos pese a producirlos en Europa, Volkswagen ha buscado aliados como Renault, con quien mantuvo conversaciones a finales de 2023 pero que no terminaron por llegar a buen puerto. Del mismo modo, ha tratado de aliarse con compañías chinas para ahorrar costes en el desarrollo de software. Una de ellas es Xpeng que, de hecho, también busca suelo en Europa.
Pero lo que empieza a parecer claro es que el coche eléctrico más barato de Volkswagen no se fabricará en Alemania. El país, que tiene en la automoción una de sus grandes industrias, está empezando a sufrir por sus altos costes laborales, perdiendo competitividad para producir los vehículos de menor coste para el cliente.
El último ejemplo lo recoge el diario Spiegel, donde se afirma que Volkswagen no se plantea producir su coche eléctrico de 20.000 euros (anunciado de nuevo para 2027 unos meses atrás) en Alemania. Portugal, República Checa y Polonia parecen tener todas las papeletas para hacerse con el premio gordo.
Lo que, por el contrario, parece descartado es que Volkswagen mande a sus plantas de Zwickau y Emden sus coches eléctricos, pese a que ambas están trabajando a medio gas para adaptar su producción a la demanda de vehículos eléctricos de la compañía, la cual alertó hace unas semanas de que esperaba una importante caída en su producción.
Y, es más, como ya se dejó entrever hace unos meses, tampoco será Volkswagen la que produzca el coche eléctrico de menor precio. En aquel momento se hablaron de marcas como Skoda, Seat o Cupra y, finalmente, parece que será la marca checa la que producirá el mencionado coche más asequible si se confirman las informaciones del medio alemán. Al menos en un primer lanzamiento.
Será en el salto al coche de 25.000 euros cuando sí entre en juego el emblema de Volkswagen. En este caso es Martorell la planta elegida para producir los eléctricos de menor tamaño y precio del grupo Volkswagen, como ya se anunció en 2022 durante la presentación del proyecto. La cercanía de la planta de Sagunto es clave aquí.
La elección de la planta es clave porque se espera que la estrategia sea la misma que se ha diseñado para Martorell. Es decir, ya se sitúe en Portugal, República Checa o Polonia, se espera que los nuevos eléctricos del grupo se ensamblen en un mismo lugar, aunque hasta tres o cuatro marcas salgan por las mismas puertas.
Lo que está claro es la debilidad que tiene Alemania para producir este tipo de automóviles. Este mismo verano se confirmaba que el Opel Frontera de menos de 25.000 euros se fabricará en Eslovaquia. «No podemos fabricarlo en Alemania por ese precio», señalaban entonces los directivos de Stellantis.
Los sospechosos son los habituales: los costes de la energía y laborales. Según los datos de Stellantis, fabricar el coche en el país germano es el doble de caro que hacerlo en Francia si sólo se tuvieran en cuenta los gastos en energía. «Los costes laborales también son altos», especificaban entonces.
No es casual que Volkswagen o Stellantis estén mirando a países donde el salario mínimo se encuentra entre los 9.179 euros al año de República Checa y los 12.100 euros al año, pasando por los 11.480 euros al año de Portugal, y sobre todo muy lejos de los 24.648 euros al año que son obligatorios en Alemania.
Foto |
En Xataka | “El futuro es eléctrico, pero el pasado no ha terminado”: Volkswagen mantendrá vivos sus motores de gasolina
–
La noticia
El coche eléctrico de Volkswagen no será alemán ni de Volkswagen: venderlo por 20.000 euros es imposible en esas condiciones
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Alberto de la Torre
.