Apple lleva décadas cultivando una imagen asociada a la exclusividad, al diseño cuidado y al rendimiento de gama alta. Es un ecosistema que no se construyó con precios ajustados ni con concesiones, sino con una apuesta constante por el control absoluto del hardware y el software. Sin embargo, cuando una marca como esta se prepara para lanzar un producto más barato, la atención no se centra solo en lo que ofrece, sino también en lo que decide sacrificar. Y ese, en este caso, parece ser el centro del movimiento.
Según inforrma Bloomberg, Apple estaría preparando el lanzamiento de un portátil Mac de bajo coste que vería la luz en algún momento de la primera mitad de 2026. Aunque no se trata de una información oficial, múltiples fuentes señalan que el dispositivo buscará posicionarse claramente por debajo del umbral de los 1.000 dólares, convirtiéndose en el modelo más accesible de la gama Mac. Una parte clave de esta estrategia pasa por un cambio notable en su arquitectura: en lugar de un chip de la serie M, como los que usan actualmente los MacBook Air y Pro, este nuevo modelo estaría equipado con un procesador de la serie A, es decir, el mismo tipo de chip que llevan los iPhone y iPad.
El resto de la configuración también estaría en línea con esta orientación: pantalla LCD más económica en lugar de paneles más avanzados como los mini-LED, tamaño más compacto (probablemente inferior a las 13,6 pulgadas del MacBook Air), chasis menos sofisticado y, en general, un conjunto pensado para priorizar el acceso al ecosistema macOS más que el rendimiento bruto. Este planteamiento, de confirmarse, marcaría la primera vez que Apple lanza un Mac con un chip que no pertenece a su gama diseñada específicamente para ordenadores.
La lógica detrás de este movimiento responde a una necesidad clara de diversificar su base de usuarios. Durante años, Apple ha observado cómo los Chromebooks y portátiles Windows de bajo coste han capturado segmentos clave del mercado educativo, empresarial y doméstico. Aunque el iPad ha intentado cubrir parte de ese hueco, su enfoque más táctil y limitado lo ha alejado de quienes buscan un entorno de escritorio clásico. Un Mac asequible permitiría a Apple competir directamente en ese espacio con su sistema operativo completo, facilitando la entrada de nuevos usuarios al ecosistema sin pasar por caja a precio completo.
Este paso también podría tener efectos interesantes dentro de la propia línea Mac. Si el nuevo modelo se sitúa muy por debajo del MacBook Air, Apple podría verse obligada a reordenar su catálogo, ajustar precios o incluso rediseñar su estrategia en torno a los chips M. Para los usuarios, el beneficio es evidente: acceso a macOS por una fracción del coste habitual, con la fiabilidad que Apple suele garantizar. Pero también podrían encontrarse con limitaciones importantes: menor potencia, menos puertos, peores pantallas o menor capacidad de actualización. Todo dependerá de cómo se resuelvan los compromisos técnicos.
Quedan aún muchos interrogantes por despejar. El rendimiento real que puede ofrecer un chip A en un entorno de escritorio, la compatibilidad con software exigente, la duración de batería o incluso el soporte a largo plazo. También está por ver si Apple limitará su distribución a ciertos mercados o si lo convertirá en una oferta global. Por ahora, lo único que parece es que la compañía está dispuesta a explorar nuevos nichos de mercado, incluso si eso implica alejarse —aunque sea un poco— del pedestal premium sobre el que ha construido su imperio.
Hace ya algunos años que no soy usuario de Mac, pero sí alguien que observa con atención cada movimiento estratégico de Apple. Porque cuando una empresa tan identificada con el alto nivel da un paso hacia abajo en precio, rara vez lo hace sin una jugada mayor en mente. Este portátil asequible puede parecer una concesión, pero también puede ser una nueva puerta de entrada, más amplia, hacia el mundo cerrado de la manzana.
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